miércoles, 18 de septiembre de 2013

Prefiero


En vez de decir todo, preferiría

callar algunas cosas.

No decirte cuánto te extraño; no describir

la angustia de tu ausencia.

No enumerar ideas ni contarte planes.

Prefiero no decirte que te quiero.

Que leas el silencio.

En vez de darte todo, puedo verte

A una distancia que no le quite espacio

A la fantasía, al pudor, a la distancia.

Podemos no contarnos nuestro día.

Podemos asomarnos a los tiempos que vengan

Y a los que se fueron, sin asirlos.

Sin proyectos que nos unan, sin tareas.

Yo esperaría de vos también tu ausencia, también tus límites

Y tus incertidumbres.

Vos tendrías de mí todo el misterio;

El ilimitado espacio que me ocupa.

Preferiría no ser tan sincera.

Callarte algunas de mis alegrías,

Enmudecer sonriendo. Darte pistas,

Y que descubras sólo lo que quieras.

sábado, 24 de agosto de 2013

Memento mori

La espera eterna, la anticipación del momento en el que todo cobre sentido, es una fantasía que la ilusión prefiere.

Ambay dio la vuelta, cerró la puerta mirándome a los ojos, y enfiló hacia nunca supe dónde, sin voltear la cabeza una última vez para ver lo que dejaba tras de sí. De su mirada recuerdo la luz, el iris azulado y los ojos celestes, toda su dureza y su ternura y la sonrisa que dejaba traslucir, a pesar de que sus labios jamás la dibujaron del todo. Esa fiereza que la caracterizaba, menos amenazante que atemorizada, era lo que me mantenía cerca suyo.

Cuando la conocí era una sirena enajenada, cantándole a los cielos porque nadie más oía. Era solitaria pero sociable, y nunca declinaba una invitación cordial si había música y vino. No hablaba mucho, y cuando lo hacía dejaba en claro su reticencia a dar opiniones sobre lo que ignoraba, que era - esta frase late en mi recuerdo con la suavidad de su voz - "todo salvo escuchar".

No me gustan los relatos; los evito cuando puedo y no espero que nadie quiera escucharlos de mí. Ambay se fue y yo supe de inmediato que mis retratos serían, de ahí en más, figuras inmóviles en sepia, como caen de sepia las hojas en Abril.

En el final, en ese último momento, ningún viento dejó de soplar. El segundero del reloj siguió corriendo y la música del mundo no se detuvo.

jueves, 15 de agosto de 2013

Mimesis

Se quebró quizá un cristal,
desprendiendo finísimas motas de polvo
que
sin aviso,
tomaron mis pulmones.

Diminutas, tienen entidad propia.
Hablan.
Compulsivas,
imponen su palabra, les cedo la palabra
(y cuando no,
les cedo ese carraspeo sordo del que me puedo disculpar
con tanta impunidad
como inocencia.
Todos necesitamos
disculparnos
por el pequeño dictador que nos habita.).

La mimesis de mi voz y la de ellas es sorprendente.

Son ellas las que no saben hacerse
del todo inteligibles.
Soy yo, que debiera dar entidad lingüística
a sus reclamos.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Mis secretos

El fuego es definitivo.
Todo lo que toco, cambia.

Tu lugar es otro.
No sé qué sol bajar; qué luna subir.
No sé cómo alcanzarte.

En mis manos tu piel es humo.

jueves, 1 de agosto de 2013

Recordāri

Quizá las palabras sean un desagote del corazón, inundado por emociones que empujan sus elásticas paredes hacia fuera;

Tal vez necesitamos un interlocutor imaginario;

Quizá sólo es necesario, una vez más, dar lugar al recuerdo ("recordar", del latín recordāri, derivado de re (de nuevo) y cordis (corazón), es decir: "volver a pasar por el corazón").

Quién sabe.
Tal vez, si nuestro silencio se llenara de imágenes...

lunes, 3 de junio de 2013

Tiempo

Quiero que tengamos mucho tiempo
para armar historias y una infancia vieja
que nunca tuvimos, pero siempre hay tiempo;
tiempo de crearnos un pasado nuevo.

Sólo por jugar, sigamos con el juego:
¿Quién dice que no se puede armar de cero?
Que el futuro va delante, es un invento.

No existió un secreto que nos alejara;
siempre estuve ahí si me necesitabas.
Cerca tuyo, no me daba miedo nada.

Nadie nos quitó retazos de pasado,
ni pasamos tanto tiempo separados.

jueves, 30 de mayo de 2013

Autoridades

"Autorizar" es "permitir a alguien una actuación en otro caso prohibida".

La palabra "autoridad" deriva del latín auctoritas, que deriva de auctor, cuya raíz es augere, que significa "hacer progresar (avanzar)". Entonces, pedir autorización a alguien es elevarlo/a a la condición de autoridad, otorgarle la facultad de hacerme avanzar - que "en otro caso" hubiera estado "prohibido" -; trascender mis propios límites.

Ser autor es, de ese modo, hacer que algo crezca o prospere. Somos los autores de nuestra propia vida, incluso si en el ejercicio de esa autoría otorgamos la autoridad a otros - independientemente de que esos "otros" estén o no al tanto de esta circunstancia -.

Somos los autores de nuestra vida, y únicamente de ella.

miércoles, 24 de abril de 2013

Agua (segunda parte)

(antes...)

"Así se ve, el arroyo contemplando, 

que agua sin fin tras agua va rodando,
y que, siempre fluyendo en la corriente,
la una sigue a la otra eternamente.
Tal una por tal otra es impulsada,
y tal otra por otra adelantada.
El agua sigue al agua y es variable:
el río siempre el mismo e inmutable." (Apolo)

lunes, 8 de abril de 2013

Pánico

Acurrucada sobre un colchón que flota en medio de la noche en una habitación que debería ser cálida y seca, pero empieza a estar sepultada bajo un metro de agua; paralizada entre el grito y la mudez, entre el terror y la necesidad de reaccionar...

Es difícil escribir sobre ciertas cosas. El pánico es una. Cala hasta los huesos pero no se puede poner en palabras.

De madrugada, cuando el sol aún no sale, las persianas están bajas y la electricidad definitivamente no es una opción, el silencio es aterrador y la oscuridad es densa y maciza; interrumpida sólo por movimientos ondulantes del agua que sigue subiendo, también negra, también oscura, también profunda. Se mueve (el agua - o me muevo yo); me retuerzo inquieta desde mi pequeña isla, que se desplaza suavemente hacia una pared y después hacia la otra.

El confinamiento es peor que estar a la deriva.

lunes, 1 de abril de 2013

Hasta la próxima

No es una circunstancia triste.
... El problema es despertar.

Las promesas son contratos sin firma.

domingo, 31 de marzo de 2013

Pánico escénico (La huella en el oído)

En tanto escriba, no puedo ser leída.

Mis rasgos están a resguardo, lejos del papel; no se pueden intuir en unos pocos versos.
Ningún hiato es el espacio entre las sienes; ningún acento es el destello de los ojos y ningún punto delimita la profundidad de las pupilas.
Ningún guión es el rictus de los labios.

El problema - diría Steiner - es la música.

Los ojos son la ventana del alma; la música, su lengua. Cuando canto, cualquier intención deja su huella en el cuerpo - en el mío; en el de quien me escucha; en el de quien canta conmigo -.
En mi voz se insinúa el movimiento de mi cuerpo; a través de sus inflexiones, de sus matices, de sus pausas y ritmos, cada uno de sus gestos.
En mi voz estoy sitiada y desnuda: expuesta.

Escribiendo soy translúcida;
cantando soy visible.

sábado, 30 de marzo de 2013

No soy mala...

... Soy mucha.

No es fácil ser mucha. No quepo en cualquier parte, me desbordo con facilidad. Incluso mi mesura es excesiva, pero ser excesivamente mesurado no es, como podría esperarse, una manifestación de mesura.

Hablo mucho, y demasiado rápido; respiro demasiado fuerte; la ropa me queda demasiado ajustada o demasiado holgada. Mi piel es demasiado blanca; ocupo demasiado espacio porque soy demasiado alta; mis movimientos son demasiado amplios - sospecho que soy también demasiado extrovertida -.

Nunca supe con respecto a qué era demasiado demasiada; cuál es el parámetro de las demasías. Por las dudas, me medía en cada gesto y cada palabra. Fui reduciendo mi volumen, mi estatura, mi blancura, mi respiración, mi velocidad, mis gestos... Pero, como puede esperarse de mi muchedad, mi mesura era excesiva.

Entonces fui demasiado poca durante demasiado tiempo. El resultado de mi denodado esmero fue la célebre frase "¡Tengo personalidad, pero no la uso!", que contesté a alguien a los ocho años de edad.

Me emociono demasiado, hago demasiados chistes, hablo demasiado. No es fácil.
Pero lo cierto es que me gusta ser mucha.
Me gusta mucho.
Demasiado.

lunes, 25 de marzo de 2013

Visto desde lejos...

La historia de los errores sería una buena historia. No una enumeración, o quizás una enumeración. Pero no sé qué "hace a" un error. No sé si la intención cuenta, o sólo los hechos, o el modo en que las acciones son recibidas por un tercero.

De mis errores, sé poco - que no significa que hayan sido pocos-. Alguna vez dije algo muy doloroso a un ser querido. Le dije: "te parecés a tu mamá". Eso fue un error, sin duda, pero no fue intencional. En cuanto al resto, es delgadísima la línea que separa los errores de los aciertos, y de qué lado están los unos y de qué lado los otros suele ser evidente sólo desde la distancia.

Sería, entonces, la historia toda, mi relato.

domingo, 24 de marzo de 2013

Homenaje

¿Y si se acercaran?
¿Y si un día, estas figuras, hologramas de un pasado no resuelto, vinieran a buscarnos?
¿Y si nos dijeran lo que quieren decirnos?

Toda nación necesita sus misterios, sus mártires, sus pérdidas y su historia.

No sé escribir sobre la memoria; de hecho, recién la estoy recuperando. Pero no puedo dejar pasar otro año sin rendirles homenaje. Por primera vez, siento que me pertenecen también a mí.

Si un día, en sueños, se acercaran; si me contaran los secretos de su horror o de su paz; si desahogaran sus penas y volcaran en palabras su dolor... 

lunes, 18 de marzo de 2013

Para Ella

Recostada, envuelta en sábanas que le helaban el cuerpo, sola y vulnerable, la luz mortecina de una luna opaca iluminaba sus manos de tierra. Parceló sus recuerdos: los tristes, los inconfesables, los verdaderos...

No más amaneceres para ella.


No fue un presentimiento, lo supo en la garganta: que no había más música para romper contra los cristales, contra las paredes, contra nada. No más explosiones de angustia y éxtasis.

No hay de quién despedirse cuando, de lo que uno fue, quedan apenas volutas de humo.


Buscó una melodía apropiada para la ocasión. Jugando, con los labios juntos improvisó algunas notas suaves. Después hizo silencio, y esperó...

sábado, 2 de marzo de 2013

Ceremonia

Abrir la ventana.
Sacar punta al lápiz.
Dejar a mano el sacapuntas.
Limpiar la mesa. Buscar hojas rayadas.
Poner agua a calentar.

Aprestar la pluma.
Guardar hojas rayadas.
Buscar hojas lisas y papel secante.
Acomodar la silla. Mirar por la ventana.
Preparar el té.

Cerrar la ventana.
Llevar la taza a la mesa.
Guardar el lápiz y el sacapuntas.
Agitar la tinta.
Sentarse.
Esperar.
Mojar la pluma.

Limpiar el exceso de tinta en el papel secante.
Dibujar.

viernes, 1 de marzo de 2013

Indecente y erótica

La palabra es virgen, siempre blanca y deshabitada.
Sinuosa y ambigua.
El aroma que desprende asciende zigzagueando,
transparente o ambarino, frío, punzante, casi imperceptible.

La palabra lanza su anzuelo y espera.

El aroma de una imagen, en cambio,
es cálido:
bajo su frazada se está siempre a resguardo del invierno. 

Las palabras rozan y queman;
las imágenes nos toman o nos ocupan.

jueves, 28 de febrero de 2013

Agua

El agua es tramposa.
Le gusta jugar con nuestra debilidad.

No podemos vivir sin ella.
No podemos vivir en ella.

"Lo blando vence lo duro", dirá Lao Tsè un día.

El agua se adapta mejor que
la imaginación.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Los tiempos se amontonan

El pelo entrecano, la espalda suavemente arqueada.
Tu mirada y los cristales distorsionan el mundo.

Las nubes viajan, se deshacen, se oscurecen y explotan.
Las montañas apenas se gastan a través de los siglos.
Estallan tormentas en minutos,
tormentas de minutos. El cielo clarea en un abrir y cerrar de ojos.

Los recién nacidos crecen demasiado pronto;
los ancianos siempre son ancianos.

El tiempo que te queda no es tanto ni es el mejor.

lunes, 18 de febrero de 2013

Resignāre

El humor y la voz no se resignan.

Te imagino absorto en tu lectura. Sumergido en un sillón de cuero, en una única hoja de papel infinita. Te levanto de uno de mis más preciados recuerdos venciendo la gravedad con una única pluma que no escatima ni derrocha.

Tan amable como inconveniente.
Un búho. Ciego. Y solitario.

Imagino kilómetros de líneas en tu escritorio de caoba. La mano derecha sobre la frente de pergamino y tiza, las puntas de los dedos manchadas de tinta negra, la línea tensa y blanca de los labios y los párpados apretados. Como si tu cuerpo frágil y delgado no sintiera el peso de las lenguas.

martes, 12 de febrero de 2013

Fobia

Me gustan los techos altos.

Sueño que alguien entra a mi casa, como si nada, como si lo más natural del mundo fuera tener llaves de la puerta de mi patio. Le digo "necesito que me devuelvas las llaves", ante lo cual las deja sobre la barra de la cocina y se va. Semanas después, el sueño se repite. Esta vez, le digo "..., pero si ya me devolviste las llaves..." y me contesta "antes hice otra copia, por si acaso".

Los objetos y las personas siempre sobran.

lunes, 11 de febrero de 2013

Tao (segunda contradicción)

No se puede confiar en las promesas; somos cambiantes y contradictorios por naturaleza. La esencia del universo es la oscilación. Nuestra mirada, nuestros deseos: todo es móvil. El universo es móvil y lo somos nosotros.

"Lo único permanente es el cambio", dijo Lao Tsé. ¿Hay algo más móvil que el pensamiento?
Así, nada más dudoso que la promesa de no pensar.

No se puede confiar en las promesas. Especialmente en las propias.


domingo, 10 de febrero de 2013

Tomar la pluma por las astas

La palabra me precede. Yo precedo a mi experiencia. La experiencia huye de la palabra.

Vivir y hablar son opuestos por el vértice: preciso relegar (del latín relegāre, "desterrar de un lugar") momentos de existencia para tomar la pluma - tal vez seamos todos, un mismo y único poeta -. Momentos sin los cuales la tinta es - ¡ah, las ironías! -, muchas veces, transparente.

(... el viejo recurso de echarle la culpa a la tinta.)

Ser lingüista invertebrada, cefalotórax literario que destierra la experiencia, no me queda bien. Visto la semántica como un corsé, tejo diestramente un laberinto retórico, pero lo reconozco: no me queda bien.

Nada como caerse de un espejo o de un texto propio para descubrirse efímero.

Quizá la escritura y el suelo sean los bordes de la muerte.


sábado, 9 de febrero de 2013

Primera contradicción

Mi nombre no tiene nada que ver conmigo. No es quien soy. Me fue dado antes de que yo naciera; mucho antes de que nadie pudiera observarme, conocerme o decidirme. Bueno, decidirme pudieron. El nombre que me decidieron habla de triunfo y de fuerza, de ambición y de mérito.

Demérito. Yo no soy ésa.; soy Circe Lejana.

Soy Circe Lejana porque conozco mi violencia. Se desliza como humo entre las grietas de mi pensamiento. Resiento los cuchillos pero puedo matar de un tiro, me gustan la distancia y la sutileza.

Como todos los nombres, el mío me sostiene. Quizá más que todos los nombres; yo misma me adueñé de él. Me sostiene desde la yema de sus dedos blandos y blancos. Todo lo que sostiene, también vigila y acecha.

Me llamo Circe porque mi naturaleza es inconfundible. Lejana, porque me reclama.

viernes, 8 de febrero de 2013

Sin pelos en la lengua ni camisas de fuerza

Ser contradictorio es un arte no en desuso, pero sí muchas veces subestimado. Que mi discurso responda a cierta lógica y sea, sobre todo, coherente, es una condición a la que prefiero no apegarme y a la que me costó mucho renunciar. Vuelvo a escribir después de mucho tiempo y no voy a andar deshaciéndome en intentos de satisfacer al lector.

En la escritura como en la música, a la única que le doy el gusto es a mí, al revés de lo que hice a lo largo de mi vida en sus otros tantos ámbitos, así que tampoco me voy a circunscribir a un género. Soy tan autobiográfica como ficcional. Hacer literatura es una de las mejores maneras de mentir, y viceversa.

Cuando tenga tiempo, la ocasión lo amerite o la necesidad apremie, vendrán intempestivamente mis palabras a llenar espacios virtuales vacíos. La boca es una cavidad virtual: sólo existe cuando se abre. Imagino que a las palabras les pasa lo mismo. Pero abrir las palabras es más incierto: nunca se sabe qué puede surgir de adentro.

Por el momento y para justificar los medios, que supongo que serán variados y cambiantes, el fin va a ser siempre el mismo: darme el gusto de escribir. Si mi gusto de escribir coincidiera con su gusto de leer, pues será, también y desde ya, todo un gusto.