jueves, 28 de febrero de 2013

Agua

El agua es tramposa.
Le gusta jugar con nuestra debilidad.

No podemos vivir sin ella.
No podemos vivir en ella.

"Lo blando vence lo duro", dirá Lao Tsè un día.

El agua se adapta mejor que
la imaginación.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Los tiempos se amontonan

El pelo entrecano, la espalda suavemente arqueada.
Tu mirada y los cristales distorsionan el mundo.

Las nubes viajan, se deshacen, se oscurecen y explotan.
Las montañas apenas se gastan a través de los siglos.
Estallan tormentas en minutos,
tormentas de minutos. El cielo clarea en un abrir y cerrar de ojos.

Los recién nacidos crecen demasiado pronto;
los ancianos siempre son ancianos.

El tiempo que te queda no es tanto ni es el mejor.

lunes, 18 de febrero de 2013

Resignāre

El humor y la voz no se resignan.

Te imagino absorto en tu lectura. Sumergido en un sillón de cuero, en una única hoja de papel infinita. Te levanto de uno de mis más preciados recuerdos venciendo la gravedad con una única pluma que no escatima ni derrocha.

Tan amable como inconveniente.
Un búho. Ciego. Y solitario.

Imagino kilómetros de líneas en tu escritorio de caoba. La mano derecha sobre la frente de pergamino y tiza, las puntas de los dedos manchadas de tinta negra, la línea tensa y blanca de los labios y los párpados apretados. Como si tu cuerpo frágil y delgado no sintiera el peso de las lenguas.

martes, 12 de febrero de 2013

Fobia

Me gustan los techos altos.

Sueño que alguien entra a mi casa, como si nada, como si lo más natural del mundo fuera tener llaves de la puerta de mi patio. Le digo "necesito que me devuelvas las llaves", ante lo cual las deja sobre la barra de la cocina y se va. Semanas después, el sueño se repite. Esta vez, le digo "..., pero si ya me devolviste las llaves..." y me contesta "antes hice otra copia, por si acaso".

Los objetos y las personas siempre sobran.

lunes, 11 de febrero de 2013

Tao (segunda contradicción)

No se puede confiar en las promesas; somos cambiantes y contradictorios por naturaleza. La esencia del universo es la oscilación. Nuestra mirada, nuestros deseos: todo es móvil. El universo es móvil y lo somos nosotros.

"Lo único permanente es el cambio", dijo Lao Tsé. ¿Hay algo más móvil que el pensamiento?
Así, nada más dudoso que la promesa de no pensar.

No se puede confiar en las promesas. Especialmente en las propias.


domingo, 10 de febrero de 2013

Tomar la pluma por las astas

La palabra me precede. Yo precedo a mi experiencia. La experiencia huye de la palabra.

Vivir y hablar son opuestos por el vértice: preciso relegar (del latín relegāre, "desterrar de un lugar") momentos de existencia para tomar la pluma - tal vez seamos todos, un mismo y único poeta -. Momentos sin los cuales la tinta es - ¡ah, las ironías! -, muchas veces, transparente.

(... el viejo recurso de echarle la culpa a la tinta.)

Ser lingüista invertebrada, cefalotórax literario que destierra la experiencia, no me queda bien. Visto la semántica como un corsé, tejo diestramente un laberinto retórico, pero lo reconozco: no me queda bien.

Nada como caerse de un espejo o de un texto propio para descubrirse efímero.

Quizá la escritura y el suelo sean los bordes de la muerte.


sábado, 9 de febrero de 2013

Primera contradicción

Mi nombre no tiene nada que ver conmigo. No es quien soy. Me fue dado antes de que yo naciera; mucho antes de que nadie pudiera observarme, conocerme o decidirme. Bueno, decidirme pudieron. El nombre que me decidieron habla de triunfo y de fuerza, de ambición y de mérito.

Demérito. Yo no soy ésa.; soy Circe Lejana.

Soy Circe Lejana porque conozco mi violencia. Se desliza como humo entre las grietas de mi pensamiento. Resiento los cuchillos pero puedo matar de un tiro, me gustan la distancia y la sutileza.

Como todos los nombres, el mío me sostiene. Quizá más que todos los nombres; yo misma me adueñé de él. Me sostiene desde la yema de sus dedos blandos y blancos. Todo lo que sostiene, también vigila y acecha.

Me llamo Circe porque mi naturaleza es inconfundible. Lejana, porque me reclama.

viernes, 8 de febrero de 2013

Sin pelos en la lengua ni camisas de fuerza

Ser contradictorio es un arte no en desuso, pero sí muchas veces subestimado. Que mi discurso responda a cierta lógica y sea, sobre todo, coherente, es una condición a la que prefiero no apegarme y a la que me costó mucho renunciar. Vuelvo a escribir después de mucho tiempo y no voy a andar deshaciéndome en intentos de satisfacer al lector.

En la escritura como en la música, a la única que le doy el gusto es a mí, al revés de lo que hice a lo largo de mi vida en sus otros tantos ámbitos, así que tampoco me voy a circunscribir a un género. Soy tan autobiográfica como ficcional. Hacer literatura es una de las mejores maneras de mentir, y viceversa.

Cuando tenga tiempo, la ocasión lo amerite o la necesidad apremie, vendrán intempestivamente mis palabras a llenar espacios virtuales vacíos. La boca es una cavidad virtual: sólo existe cuando se abre. Imagino que a las palabras les pasa lo mismo. Pero abrir las palabras es más incierto: nunca se sabe qué puede surgir de adentro.

Por el momento y para justificar los medios, que supongo que serán variados y cambiantes, el fin va a ser siempre el mismo: darme el gusto de escribir. Si mi gusto de escribir coincidiera con su gusto de leer, pues será, también y desde ya, todo un gusto.