lunes, 18 de febrero de 2013

Resignāre

El humor y la voz no se resignan.

Te imagino absorto en tu lectura. Sumergido en un sillón de cuero, en una única hoja de papel infinita. Te levanto de uno de mis más preciados recuerdos venciendo la gravedad con una única pluma que no escatima ni derrocha.

Tan amable como inconveniente.
Un búho. Ciego. Y solitario.

Imagino kilómetros de líneas en tu escritorio de caoba. La mano derecha sobre la frente de pergamino y tiza, las puntas de los dedos manchadas de tinta negra, la línea tensa y blanca de los labios y los párpados apretados. Como si tu cuerpo frágil y delgado no sintiera el peso de las lenguas.

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