sábado, 30 de marzo de 2013

No soy mala...

... Soy mucha.

No es fácil ser mucha. No quepo en cualquier parte, me desbordo con facilidad. Incluso mi mesura es excesiva, pero ser excesivamente mesurado no es, como podría esperarse, una manifestación de mesura.

Hablo mucho, y demasiado rápido; respiro demasiado fuerte; la ropa me queda demasiado ajustada o demasiado holgada. Mi piel es demasiado blanca; ocupo demasiado espacio porque soy demasiado alta; mis movimientos son demasiado amplios - sospecho que soy también demasiado extrovertida -.

Nunca supe con respecto a qué era demasiado demasiada; cuál es el parámetro de las demasías. Por las dudas, me medía en cada gesto y cada palabra. Fui reduciendo mi volumen, mi estatura, mi blancura, mi respiración, mi velocidad, mis gestos... Pero, como puede esperarse de mi muchedad, mi mesura era excesiva.

Entonces fui demasiado poca durante demasiado tiempo. El resultado de mi denodado esmero fue la célebre frase "¡Tengo personalidad, pero no la uso!", que contesté a alguien a los ocho años de edad.

Me emociono demasiado, hago demasiados chistes, hablo demasiado. No es fácil.
Pero lo cierto es que me gusta ser mucha.
Me gusta mucho.
Demasiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario